viernes, 10 de abril de 2009


LOS AZOTES A LA COLUMNA

2º Misterio Doloroso

P. Leonardo Castellani

A eso de las 10 de la mañana del Viernes, propinaron a Cristo los 39 azotes que solían preceder a la crucifixión de los reos de muerte. Antes deso Cristo había sido arrastrado de noche sin ningún miramiento a la casa de Anás, que era suegro del Sumo Sacerdote Caifás, el Pontífice de aquel año; pero que en realidad gobernaba él, por medio de sus hijos y yernos, la religión hebrea; era un viejo avariento y zorro. Después esa madrugada había sido llevado a casa de Caifás, donde se había reunido el Sanhedrín; donde fue juzgado, recibió una bofetada y fue condenado a muerte, no por el testimonio de los discordantes testigos sino por Su propia confesión de que, "sí, como lo has dicho: yo soy el Cristo, el Hijo de Dios"; fue después maltratado, escupido y abofeteado por los sirvientes de Caifás; fue llevado al Pretorio de Pilatos y acusado de ser un sedicioso contra el César; fue interrogado por el Procurador Romano y después enviado al Reyezuelo Herodes, el cual se burló del y lo volvió a Pilatos con la palabra jurídica: "ad forum contentionis", así como Pilatos había usado la fórmula "ad judicium oríginis", esas triquiñuelas de los abogados; pues los dos sabían cierto que aquello de "sedicioso y enemigo del César" era filfa; y allí en el Pretorio, Pilatos que estaba aburrido de la gritería judaica y atemorizado de sus amenazas, después de haber proclamado públicamente : "No encuentro culpa en este hombre", zanjó con este compromiso injusto: "Lo voy a azotar y os lo entregaré". Dijo: "Le voy a dar una lección"; pero esa palabra griega "paidéusas" significa la pena de azotes. Pilatos hizo esta iniquidad, donde habría podido morir Cristo, que estaba agotado, para ver si "Contentaba con eso a los judíos", dice san Lucas. Mientras lo azotaban, san Pedro, por miedo, lo renegó tres veces:

Si San Pedro no negara
A Cristo como negó
Otro gallo le cantara
Mejor que el que le cantó.

Cuando Pilatos sacó al balcón a Cristo azotado, san Pedro lo vio y lloró amargamente; pecador de un momento.

Los azotes a Jesús fueron crueles: El estaba ya agotado. Hay una visión de santa Brígida donde dice que Cristo recibió "5.000 y tantos azotes". No parece creíble, porque los Romanos tenían una ley prohibiendo dar más de 40 azotes; porque se le morían allí mismo los reos de otro modo. Triste benignidad, era para poder crucificarlos vivos; y los crucificados que duraban en la cruz dos días o tres les daban estorbo: tenían que guardarlos y espantar a los caranchos y cuervos. Después inventaron la costumbre de quebrarles las piernas o pasarlos con una lanza al anochecer.

Los judíos para mostrarse benignos daban 39 azotes; y así dice san Pablo en su carta a los Corintios: "dos veces me han propinado 40 menos uno". Pero si santa Brígida quiso decir que 40 azotes con correas de cuero armadas de cápsulas de plomo y uñas de hierro equivalían a 5.000 rebencazos comunes, allí dijo verdad.

Cuando soltaron a Cristo de la columna que tenía un metro y veinte de alto, cayó al suelo; lo alzaron y sentaron en un banquito, y allí comenzó una tortura quizás peor.

"Los pecadores me araron el lomo", había dicho el profeta David en figura de Jesucristo; y otro Profeta dijo: "No hay en mi cuerpo parte sana". Cristo sufrió en su carne para reparar nuestros pecados, especialmente los pecados de la carne. Durante su vida no tuvo ninguna enfermedad; y sin embargo, el profeta Isaías lo llama "el varón de dolores, el que sabe lo que es enfermedad".

Cristo sufrió en su Pasión más que ningún hombre en este mundo. Su sensibilidad exquisita y la suma exagerada de torturas a que fue sometido hicieron que ahora ningún mortal pueda decirle: "Yo estoy sufriendo lo que tú no tienes idea".

"Los azotes de Cristo han conmovido siempre al pueblo cristiano. En la procesión del Viernes Santo en Sevilla van muchos fieles encapuchados dándose azotes en las espaldas. En los Ejercicios Espirituales que hacen en Cura Brochero de Córdoba, los paisanos se dan rebencazos. Pero las enfermedades corporales son peores que eso; y Cristo es el hombre "que sabe lo que es enfermedad".

"La Virgen Santísima oyó a Pilatos cuando dijo: "Lo voy a hacer azotar y os lo entregaré"; y sin duda se estremeció en su alma y en su cuerpo. Ella pasó en su corazón todos los dolores de la Pasión de Cristo; por lo cual la llamamos "la Virgen de los Dolores".

PLEGARIA A MARÍA

Aparta de tus ojos la nube perfumada que el resplandor nos vela que tu semblante da y tiéndenos, María, tu maternal mirada, donde la paz, la vida y el paraíso está.

Tú, bálsamo de mirra; Tú, cáliz de pureza; Tú, flor del Paraíso, y de los astros luz, escudo sé y amparo de la mortal flaqueza por la divina sangre del que murió en la cruz.

Tú eres, ¡oh, María!, un faro de esperanza que brilla de la vida junto al revuelto mar, y hacia tu luz bendita desfallecido avanza el náufrago que anhela en el Edén tocar.

Impela, ¡oh, Madre, augusta!, tu soplo soberano la destrozada vela de mi infeliz batel; enséñale su rumbo con compasiva mano, no dejes que se pierda mi corazón en él.



PLEGARIA A MARÍA

Aparta de tus ojos la nube perfumada
que el resplandor nos vela que tu semblante da
y tiéndenos, María, tu maternal mirada,
Aparta de tus ojos la nube perfumada

Tú, bálsamo de mirra; Tú, cáliz de pureza;
Tú, flor del Paraíso, y de los astros luz,
escudo sé y amparo de la mortal flaqueza
por la divina sangre del que murió en la cruz.

Tú eres, ¡oh, María!, un faro de esperanza
que brilla de la vida junto al revuelto mar,
y hacia tu luz bendita desfallecido avanza
el náufrago que anhela en el Edén tocar.

Impela, ¡oh, Madre, augusta!, tu soplo soberano
la destrozada vela de mi infeliz batel;
enséñale su rumbo con comprensiva mano,
no dejes que se pierda mi corazón en él.

José Zorrilla
(Español - Siglo XIX)


"El Rosal de Nuestra Señora", P. Leonardo Castellani, Ediciones Epheta, Buenos Aires, 1979

jueves, 2 de abril de 2009

SERMÓN DE CUARESMA
P. Leonardo Castellani

Ayuno y Tentaciones de Cristo

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna». Jesús le dijo: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios». Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras». Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto». Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.

(Mt. 4,1-11)

Hoy hay sacerdotes que niegan las Tentaciones. Tengo el resumen de un artículo publicado con toda clase de aprobaciones en la "Revista Eclesiástica" de Lima, que me mandó mi amigo el P. jesuita Florentino Alcañiz: niega la realidad de las Tentaciones de Cristo y afirma que son una "dramatización" para expresar la eterna lucha del bien y del mal. Niega también que haya endemoniados y afirma que todos los "endemoniados" del Evangelio fueron enfermos y nada más. ¿Y cómo Cristo los dio por endemoniados, e incluso habló con los demonios? Ah, ésa es otra "dramatización", para significar la existencia del mal en el mundo. Después, como si esto fuese poco, se mete con la Santísima Madre de Jesucristo (cosa que Jesucristo no suele tolerar) y dice que la aparición del Ángel Gabriel es un cuento ridículo; y que eso es otra dramatización del "monólogo interior" de María Santísima; o sea, que la Virgen se preguntó ella misma y se respondió ella misma: -¿Quieres ser Madre de Dios? -Sí quiero, cómo no.

Entonces, según Su Sapientísima Reverencia, los milagros de Cristo podrían ser todos "dramatizaciones" -Perfectamente, cómo no -Entonces, Reverendo, ¿en qué se funda su fe? -Se funda en la razón -Hace mucho tiempo que no tienes ni pizca de fe -ni pizca de razón- diría tu Padre San Ignacio de Loyola.

Me hace acordar lo que le sucedió a un paisano mío de Reconquista, que se le paró al lado un turista en auto y dijo: -Oiga amigo ¿éste es el camino que va a Reconquista? -Síseñor. El otro puso en marcha el auto y el paisano le gritó: -Ep, párese! -¿Qué hay? -Este es el camino de Reconquista; pero si quiere llegar a Reconquista, pegue media vuelta y agarre pal otro lao, dirección contraria. Así este Profesor de Escritura, anda por la Sagrada Escritura, pero en dirección contraria: cree que anda entrando y anda saliendo.

Las Tentaciones de Cristo son reales y verdaderas. No diré que sean fáciles: son la mar de raras.

Algunos intérpretes (Durand, y también en cierto modo San Jerónimo y San Juan Crisóstomo) dicen que es natural, Cristo siendo Dios no podía ser tentado como nosotros los hombres. Pero Cristo no fue tentado como Dios, es imposible; y su natura de hombre es esencialmente la misma que la mía.

Mejor dijo el gran místico alemán del siglo XIII Maestro Eckhart: que las tentaciones de Cristo fueron las mismas que las nuestras. ¿Cómo se entiende eso?

La materia de nuestras tentaciones es diferente; en realidad es diferente en cada hombre; pero el fondo (o sea lo que llaman los tomistas "la forma", que no significa figura sino la estructura esencial de cada cosa, el "alma" como si dijéramos) ésa es la misma. El esquema general es el mismo.

En la parábola de las "Dos Banderas" que inserta San Ignacio en sus "Ejercicios Espirituales", presenta a Cristo y a Satán como dos caudillos que están reclutando gente para sus campañas bélicas: San Ignacio ve la vida cristiana como una milicia, pues él había sido milico. El Mal Caudillo se sienta en un trono de fuego y humo, en figura horrible y espantosa; y haciendo llamamiento de innumerables demonios los manda a tentar por tres escalones; primero de codicia de riquezas; después de vano honor del mundo; por último a recrecida soberbia; de donde después los precipiten en todos los vicios y pecados. "Dale al diablo un cabello y te tomará todo el pelo" -dice el español. San Juan Crisóstomo pone también estos tres escalones.

Los que hacen los ejercicios dicen -yo mismo lo he dicho alguna vez: "Eso es inexacto. Las tentaciones comunes son: 1º querer tener mucha plata; 2º exceso de lujo, boato, diversiones y comodidades; 3º pecados carnales". Eso es así, pero es un caso particular del esquema de San Ignacio y del esquema de las Tentaciones de Cristo: primero tienta el demonio con la codicia de una cosa creada (y todas las cosas creadas menos la salud pueden conseguirse con la plata), una cosa creada que no es mala en sí, pero que apegársele demasiado es malo -a veces muy malo; después tienta con una cosa ya mala, aunque no sea o no parezca un crimen; después tienta con cosas perversas. No está obligado el diablo a tentar en este orden lógico; y por eso tampoco los Evangelistas las ponen en el mismo orden: Lucas lo cambia.

Codicia de riquezas: demasiado nos previno Cristo contra ella; el mundo de hoy ha olvidado esa prevención; y por eso anda trastornado; estamos en el Reino del Dinero. Un multimillonario argentino tiene poco que ver con un multimillonario yanqui; pero aquí no hay muchos. Un millonario yanqui, que había muchos hasta llegar al poder Teodoro Roosevelt y los llamaban "los Megaterios Sagrados" no son millonarios, son billonarios (en Estados Unidos y Francia un billón son mil millones). ¿Saben Uds. cuánto viene a ser un billón? Ni lo imaginamos. Por ejemplo, si al nacer Cristo un hombre tuviera un billón de dólares y gastase mil dólares al día (cosa que ningún hombre puede), ahora, pasados casi dos mil años a 365.000 dólares al año, le quedaría dinero todavía que gastar unos 700 años -un poco más. Hagan la cuenta, es una multiplicación y una división que puede hacer un escuelerito de 6º grado.

Es una aberración que un hombre tenga un billón; no lo ha ganado, es un robo; y esa aberración gobierna hoy al mundo. Santo Tomás dice que si se permite a todos que lucren todo lo que puedan, sin límites, eso no es lícito, es aberrante. Ahora no hay muchos billonarios en E.E.U.U., porque el Estado, por medio de exorbitantes impuestos, barre con las grandes fortunas; pero el Estado a su vez se ha convertido en billonario, trillonario y cuatrillonario, y eso es para peor. No solamente la deuda pública, solamente los intereses de la deuda pública de E.E.U.U. pasan del billón. ¿Y quién va a pagar esa deuda? Nadie, no se puede pagar. ¿Y los intereses? Los paga todo el mundo, empezando por las naciones sonsas.

Un amigo me dijo que el Diablo ha puesto a los E.E.U.U. las tres tentaciones; la tentación de la riqueza, y han caído; la tentación de la fama y el poder, y han caído: robo de territorios a Méjico y España, entrada innecesaria en las dos Grandes Guerras, poder: lo han conseguido. Ahora le ha puesto la última: el gobierno del mundo entero; lo mismo que a China, Rusia y De Gaulle (Europa); a los cuatro Grandes. Veremos lo que pasa.

Esto sólo ya es un loquero; el mundo no puede andar bien; y encima están los otros dos escalones del diablo -que dependen del primero.

Salto los otros dos escalones, porque no hay tiempo. En el segundo escalón están la vanagloria, el auto-engrupimiento y la ambición. Cada día se publican en el mundo (y la gente los lee) millares de libros lascivos, obscenos, sacrílegos, crueles o absurdos. ¿De qué viene eso? De la angurria de gloria, y también de dinero, de los escritores. Y la ambición ha causado más muertes en el mundo que todas las pestes juntas; porque della proceden las guerras.

En el tercer escalón está la crecida soberbia, que fue el pecado del Diablo y también de Adán. Al llegar aquí Cristo rechazó a Satanás sin cortesía: "¡Fuera de aquí!"

Así que vean cómo el diablo tentó a Cristo según el esquema; por supuesto que lo tentó en la suposición de que Cristo podía ser el Mesías, cosa que el Maldito no sabía seguro. Primero lo tienta con una cosa buena, el pan; pero que la consiguiera por mal camino, un milagro innecesario; segundo, con el afán de hacerse famoso, pero por medio de una temeridad, la cual es en sí mismo pecado grave contra la Prudencia; tercero, con una máxima maldad -a la cual tentación sucumbirá el Anticristo: tomar al diablo como Dios12.

Como dije antes, este Evangelio está erizado de dificultades: he explicado la principal. Por ejemplo: ¿agarró el Diablo a Cristo que estaba en el desierto y lo llevó volando al pináculo del Templo? "¡Qué julepe tendría el Maldito!" -dice Santa Teresa. Probablemente se apareció en figura de peregrino y le pidió lo acompañara al Templo: el texto griego dice "paralambánein" que no significa "agarrar" ni "transportar" sino "conducir consigo". ¿Y luego lo llevó volando a un monte alto desde donde se vieran "todos los Reinos del Mundo -a la montaña de Djebel Karantal, a 30 km. de Jerusalén, como dice la leyenda? También aquí dice "paralambánein". Probablemente produjo una gran visión imaginaria en torno a Cristo, donde se viese además de Jerusalén muchas suntuosas ciudades, ríos, valles y mares -todo el mundo en abreviatura.

El Diablo da bien de comer y da mal de cenar, dice el español. Al final del Padre Nuestro pedimos a Dios nos libre del Mal -o nos libre del Diablo- como traducen los ingleses ("the Evil One") y los alemanes; y los brasileros. No podemos saber qué palabra aramea dijo Cristo, pues no nos ha quedado el Evangelio arameo de San Mateo -si es que existió. En griego y en latín, la última palabra del Padre Nuestro puede traducirse "de todo mal" o "del Malo"; porque ese ablativo que hay allí: "a malo" y "Apò poneeroû" puede venir de un nominativo masculino o bien neutro.

Es lo mismo de todos modos: que nos libre del pecado o del Diablo que es el que induce y se aprovecha del pecado.




Tomado de Misa Tridentina